jueves, 5 de febrero de 2015

Prefacio

El viaje hasta lago Calenhad se había hecho eterno pero al fin volvía a vislumbrar la torre del Círculo de Hechiceros; allí estaba en la lejanía, prominente y orgullosa, dominando el lago con soberbia, como si nada, ni nadie pudiesen derribarla o someterla.  Era su hogar, y al fin estaba en casa.

- Bien, ya hemos llegado – la voz de Cassel, despertó a Calder de su estupor -.

- Sí, hemos llegado – confirmó el con un nudo en la garganta. El pequeño bulto que llevaba con él a lomos de su caballo se revolvió un poco desperezándose, había dormido casi todo el camino. – Mira, Tessa – le susurró al oído a la pequeña niña de rizos rubios que se aferraba a sus manos para no caerse del caballo – Tu nuevo hogar -.

Tessa parpadeó un par de veces para adaptar su vista a la luz del sol de mediodía y miró maravillada el paisaje que se extendía ante ella.

- ¿Es un palacio? – preguntó ella emocionada -.

- Es una escuela – contestó su hasta ahora protector – Allí te enseñarán a dominar tu magia-.

Cassel formó una sonrisa en sus labios que no llegó a sus ojos. Estaba cansado y apesadumbrado. El viaje había sido largo, pero lo peor de todo había sido dejar atrás a sus amigos - ¡Maldito Ugweyn, siempre tan terco! – pensó – Espero que tú y Tarsius os las arregléis sin mataros…

En el fondo de su corazón, el guerrero sabía que había hecho lo correcto. Tessa aún era muy pequeña, podía aprender a controlar sus poderes, asesinarla no era una opción. Algo en lo que su amigo enano, no estaba de acuerdo.

Un pequeño tirón le sacó de su ensimismamiento, miró hacia abajo y se encontró con una cabecita de rizos rubios que enmarcaban un rostro redondo  de ojos verdes y gran sonrisa. Cuando miró a la niña, ella alzó sus bracitos hacia él con la intención de que la abrazara. Cassel sonrió de verdad esta vez, y su expresión se suavizó ante la pequeña. Se bajó de su caballo y la cogió en brazos con suavidad.

- ¡Ala, desde aquí se ven muchas más cosas! – exclamó Tessa desde los hombros del guerrero. ¡Eres casi tan alto como un árbol! – la niña se abrazó a su cuello y le dio un beso en la mejilla – Calder dice que me despida, ya nos vamos a la escuela.

Cassel miró a Calder al oír a Tessa pronunciar la palabra “escuela”.  “Es-cue-la”… Cassel nunca había pisado un Círculo, pero le parecían más bien cárceles; jaulas de oro en las que esconder a los que son diferentes. Lugares donde La Capilla encerraba a los magos y tiraba la llave en nombre del Hacedor.

Calder ignoró la mirada inquisidora de su amigo y tendió los brazos hacia éste para que le devolviera a la niña.

- Cuida de ella – fue más un orden que un consejo -.

- Tranquilo, lo haré – Calder miró al embarcadero donde una pequeña embarcación escoltada por dos guardias vestidos con armadura pesada les esperaban – No puedes acompañarnos a la torre. Los templarios nos esperan – Cassel asintió - ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Dónde vas a ir?
El guerrero se encogió de hombros.

- Me las apañaré – aseguró – ¿Vas a denunciar a Ludwyn ante los templarios?

- He de hacerlo. Es un apóstata.


- Espero que nunca le encuentren – Cassel volvió a montarse en su caballo, echó una última mirada a la torre erguida en medio del lago y otra a su amigo y a la pequeña – Cuidaros mucho. Sabes que las cosas se pondrán feas - Y con las mismas, el guerrero espoleó a su caballo y partió.

4 comentarios:

  1. ¡Genial, Diana!

    Me ha encantado esta introducción. Ahora lamento no haber estado en la partida de Tessa. Que mona resulta aquí ^_^ (si, se que Ugwein seguramente no opinará lo mismo ;) ). Estoy deseando leer más, pero de momento tiene muy buena pinta ;)

    ResponderEliminar
  2. ¡Está muy bien escrito, Diana! Voy a seguirlo con interés, y así me hago una mejor idea de todas vuestras aventuras.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta! Esta parte no la habiamos hecho debidamente ^^. Est bien saber que fue lo q paso =D.

    ResponderEliminar
  4. Genial!!! Seguiré ansioso las andanzas de nuestros ¿heroes? ;)

    ResponderEliminar