El viaje hasta lago Calenhad se había hecho
eterno pero al fin volvía a vislumbrar la torre del Círculo de Hechiceros; allí
estaba en la lejanía, prominente y orgullosa, dominando el lago con soberbia,
como si nada, ni nadie pudiesen derribarla o someterla. Era su hogar, y al fin estaba en casa.
- Bien, ya hemos llegado – la voz de Cassel,
despertó a Calder de su estupor -.
- Sí, hemos llegado – confirmó el con un nudo
en la garganta. El pequeño bulto que llevaba con él a lomos de su caballo se revolvió
un poco desperezándose, había dormido casi todo el camino. – Mira, Tessa – le
susurró al oído a la pequeña niña de rizos rubios que se aferraba a sus manos
para no caerse del caballo – Tu nuevo hogar -.
Tessa parpadeó un par de veces para adaptar
su vista a la luz del sol de mediodía y miró maravillada el paisaje que se
extendía ante ella.
- ¿Es un palacio? – preguntó ella emocionada
-.
- Es una escuela – contestó su hasta ahora
protector – Allí te enseñarán a dominar tu magia-.
Cassel formó una sonrisa en sus labios que no
llegó a sus ojos. Estaba cansado y apesadumbrado. El viaje había sido largo,
pero lo peor de todo había sido dejar atrás a sus amigos - ¡Maldito Ugweyn,
siempre tan terco! – pensó – Espero que tú y Tarsius os las arregléis sin
mataros…
En el fondo de su corazón, el guerrero sabía
que había hecho lo correcto. Tessa aún era muy pequeña, podía aprender a
controlar sus poderes, asesinarla no era una opción. Algo en lo que su amigo
enano, no estaba de acuerdo.
Un pequeño tirón le sacó de su
ensimismamiento, miró hacia abajo y se encontró con una cabecita de rizos
rubios que enmarcaban un rostro redondo
de ojos verdes y gran sonrisa. Cuando miró a la niña, ella alzó sus
bracitos hacia él con la intención de que la abrazara. Cassel sonrió de verdad
esta vez, y su expresión se suavizó ante la pequeña. Se bajó de su caballo y la
cogió en brazos con suavidad.
- ¡Ala, desde aquí se ven muchas más cosas! –
exclamó Tessa desde los hombros del guerrero. ¡Eres casi tan alto como un
árbol! – la niña se abrazó a su cuello y le dio un beso en la mejilla – Calder
dice que me despida, ya nos vamos a la escuela.
Cassel miró a Calder al oír a Tessa
pronunciar la palabra “escuela”.
“Es-cue-la”… Cassel nunca había pisado un Círculo, pero le parecían más
bien cárceles; jaulas de oro en las que esconder a los que son diferentes.
Lugares donde La Capilla encerraba a los magos y tiraba la llave en nombre del
Hacedor.
Calder ignoró la mirada inquisidora de su
amigo y tendió los brazos hacia éste para que le devolviera a la niña.
- Cuida de ella – fue más un orden que un
consejo -.
- Tranquilo, lo haré – Calder miró al
embarcadero donde una pequeña embarcación escoltada por dos guardias vestidos
con armadura pesada les esperaban – No puedes acompañarnos a la torre. Los
templarios nos esperan – Cassel asintió - ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Dónde vas a
ir?
El guerrero se encogió de hombros.
- Me las apañaré – aseguró – ¿Vas a denunciar
a Ludwyn ante los templarios?
- He de hacerlo. Es un apóstata.
- Espero que nunca le encuentren – Cassel
volvió a montarse en su caballo, echó una última mirada a la torre erguida en
medio del lago y otra a su amigo y a la pequeña – Cuidaros mucho. Sabes que las
cosas se pondrán feas - Y con las mismas, el guerrero espoleó a su caballo y
partió.
¡Genial, Diana!
ResponderEliminarMe ha encantado esta introducción. Ahora lamento no haber estado en la partida de Tessa. Que mona resulta aquí ^_^ (si, se que Ugwein seguramente no opinará lo mismo ;) ). Estoy deseando leer más, pero de momento tiene muy buena pinta ;)
¡Está muy bien escrito, Diana! Voy a seguirlo con interés, y así me hago una mejor idea de todas vuestras aventuras.
ResponderEliminarMe encanta! Esta parte no la habiamos hecho debidamente ^^. Est bien saber que fue lo q paso =D.
ResponderEliminarGenial!!! Seguiré ansioso las andanzas de nuestros ¿heroes? ;)
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